Nos vemos en Ibiza

Nos vemos en Ibiza
todos tenemos un pasado

jueves, 8 de abril de 2010

17. Despertar

18.

Jacob y Clover se desperezaron en la gran cama. Eran como hermanos, así que dormían juntos. Además ninguno de los dos roncaba no le daba patadas al otro, ya que aparentemente cada amanecer caían “muertos” hasta pasadas las 5 de la tarde, cuando se ponía el sol.

Jacob activó un botón y las ventanas herméticas se abrieron. Las camas eran más cómodas que los ataúdes. Por ello, cualquier vampiro que se preciase tenía en su casa una gran cama y las ventanas tapiadas. En su Francia natal, había sido un miembro de la alta sociedad de principios del XX. Su juventud, ensimismaba a las damas y a los caballeros por igual. Poseía una mirada verde, penetrante y sincera. Aún echaba de menos vivir a cuerpo de rey. Y eso que desde que Eric lo encontró y lo convirtió, su “vida” sólo había podido ir a mejor… Pero echaba en falta algo. Alguien con quien hablar de simplezas; como por ejemplo: “De qué color era realmente el mar”. O de Comics. Últimamente leía muchísimo. No era un vampiro común; Más bien, poco amigo de lo que “hacen los vampiros”. Completamente “vegetariano” y le gustaba pasar desapercibido.

Clover se desperezó y abrió la boca relamiéndose los colmillos. Ella era la antítesis de su “hermano” adoptivo. Escocesa de nacimiento, se había criado con unas cortesanas como dama de compañía de una de ellas. Le encantaba seducir y ser ella quién llevara las riendas de la situación. Hasta que se le cruzó por el camino Eric Northam. Ella no sabía que era vampiro hasta que fue demasiado tarde. Durante su primer encuentro amoroso, Eric la había mordido y al encontrarla tan exquisita no pudo parar. Cuando se quiso dar cuenta, yacía moribunda entre sus brazos. Maldiciendo su poco control decidió darle su sangre. Y así nació una nueva vampira. Que durante los más de 100 años que llevaba vagando, se dedicaba a lo que más le gustaba. Seducir y sentir los pequeños placeres de cada lugar y cada época.

Ambos se habían encontrado con su “creador” Cuando este estaba en Europa, después de su fallida relación con Sookie. Eric pensó que serían fieles servidores y lo más parecido a unos “amigos” que podría encontrar.

En cuanto a Jacob y Clover. Enseguida existió una conexión especial entre ellos. Nada amorosa, más bien filial. Aunque fueran completamente distintos.

- ¿Qué “día” hace? – Ronroneó ella con sorna, pasándole la mano por el estómago y ronroneando en su cuello.
- Pues “El sol” brilla – Era su pequeña broma. Para ellos, el Sol era la luna. Le acarició el brazo distraídamente.
- ¿Qué piensas hacer hoy? – se apartó de él. Cuando Jacob hizo ademán de levantarse de la cama.
- Explorar- se permitió sonreír. Y se dirigió al baño para vestirse.
- ¡Buena idea! Yo también voy a explorar – Dijo con una sonrisa enigmática. – Pero antes… me tomaré un aperitivo… - y dicho eso, recordó al barman de la otra noche… no sólo estaba bueno. Sino que era especial. Su excitación se hizo patente recordándolo.


Despacho de Felicity.

Felicity vio como la puerta se abría y Mapycall entraba con dos hombres: Uno rubio y otro moreno. Ambos bastante altos. Ambos bastante guapos. Ambos no eran humanos. Se irguió en su silla con su pose alerta.

- Felicity, te presento al señor Mckenna y Al señor Peloponeso – Ella no se levantó del sillón. Escrutó el rostro del rubio y le peguntó.
- ¿Qué es lo que quieren?

Aiden se había quedado impresionado. No sólo por los rasgos tan marcados de la pelirroja, sino por su porte y por algo que notaba. Especial, mágico. Ash también notó aquello y enarcó una ceja por la sorpresa.

- Tengo cosas que hacer – Insistió ella. Con un deje irritado en la voz.

Mapycall notaba la tensión. Así que intervino.

- El señor McKenna es el Sheriff de los vampiros de la isla. El señor Peloponeso es el director del Scum Wash. O el FBI de los seres sobrenaturales.

Eso alertó a Felicity. Que se levantó de la silla.

“Dios, ¡Que mujer!” Pensó Aiden. Imaginándola en otra postura. Eso le hizo que se le escapara una sonrisa.

- ¿Qué es lo que le hace gracia? ¿Qué pasa? – Su tono seguía siendo frío pero preocupado.
- Nada en especial… Sólo queríamos tratar unos asuntos con usted. – contestó Aiden mirándola directamente a los ojos. Ella apartó la vista turbada…

En ese momento escucharon un grito horrorizado.

Hotel Sunshine. Fuera.

Hacía tiempo que no se sabía nada de Vadertini. Y Mamaje esperaba que este cumpliera su palabra de invitarla a una copa. Así alargaría el tiempo lo suficiente para no irse sola a casa. Amanis le dijo que la pasaría a recoger poco después de las 2.

Decidió salir a ver si lo encontraba. Aunque con cuidado de no quedarse muy sola.

Salió a la terraza y se dirigió a la zona de las piscinas y el Jacuzzi.

- ¡Vader! – Gritó - ¿Cómo llevas eso?

Vio que la puerta del depósito estaba abierta. Así que entró. Las luces fluorescentes estaban encendidas. A primera vista, no vio nada…

Pero cuando se fijó un poco más.

Sólo pudo emitir un grito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario