Nos vemos en Ibiza

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miércoles, 24 de marzo de 2010

16. Oscuros Presagios

17.


Cala Salada, Ibiza.

Aiden empezó a abrir las cortinas al anochecer. Pero se dejó puestas las gafas de sol. Ash había tomado posesión de una habitación que daba a la zona de bosque. Y apareció recién duchado, con unos pantalones de color crema y una camisa caqui.

- Tío, aquí el agua sale salada. – dijo
- ¿Cuánto hace que no bajas de Katoteros? – Rió el Irlandés
- Mmm. Me paso media vida en Grecia, y la otra media viajando y luchando contra Daimons.
- Ya… por cierto ¿Cuándo vendrá tu Dark Hunter? – Asher hizo una mueca
- Los míos no son Dark Hunters. Son ScumWash. Los Dark eran de Artemisa, ya sabes que sienten mis padres por ella… así que los antiguos Dark Hunters que ahora se han pasado al “bando” de mi padre se llaman Scum Wash.. Artemisa los “despidió” si se puede llamar así. Y mis padres los “adoptaron”
- Interesante… Los Limpia escoria… - rió Aiden.
- Si, porque no sólo nos dedicamos a Daimons, sino a todo tipo de escoria que pulula por la tierra…¡Ah! Y, respecto a tu pregunta. Alexis llegará mañana.
- Bien…

En ese momento llamaron al teléfono. Aiden lo cogió
- ¿Si? – asintió – de acuerdo, Gracias. No, me encargaré personalmente. – Colgó y miró a Ash. – Tenemos que ir al Sunshine.
- ¿Y eso?
- Han rechazado mi oferta… tendré que persuadir a la dueña con otras artes… - Y dicho eso sonrió y cogió las llaves del coche.


Carretera de Ibiza a Sant Antoni.

Sookie Compton estaba emocionada con su vestido semi-transparente.

- Es precioso, parece confeccionado por un ángel – Felicity miró el pronunciado escote hecho de encaje blanco y la falda corta y vaporosa.
- Espero que a tu marido le guste. – Aunque estaba atenta a la carretera y a Sookie. No podía dejar de pensar en lo que le había dicho Oscar, su vidente y primo. Cuando había subido a su casa: “Peligro en todos los frentes: Físico, Mental y Emocional.”
- ¡Oh! Seguro que le gusta. Aunque él es tan… tradicional. Nació en el siglo XIX. – Felicity rió nerviosa por la naturalidad con la que la chica había dicho, que su marido tenía casi 200 años.

Llegaron al desvío del hotel y algo golpeó a Felicity. Era una sensación extraña, como de que algo fuera mal. Aferró las manos al volante y apretó el acelerador.

- ¿Te encuentras mal? – Dijo Sookie, preocupada.
- No, sólo que a veces tengo sensaciones extrañas – Ella le palmeó la rodilla y sonrió
- Sé como te sientes. – Dicho eso cerró los ojos y se dispuso a “escuchar”. A ver si averiguaba algo…

Hotel Sunshine. Ibiza.

Mamaje salió del baño todavía temblorosa por lo que había pasado. Miró a ambos lados del pasillo y suspiró de alivio cuando vio que estaba iluminado y lleno de gente. Se cruzó con Mapycall y esta se le quedó mirando.

- Vaya… parece que has visto a un fantasma – Mamaje sonrió nerviosa.
- No estoy acostumbrada a ver tantos vampiros juntos.
- Aquí son inofensivos – rió Mapycall intentando tranquilizarla. Pero Mamaje pensó que no tenían nada de inofensivos.

Llegó a la recepción: Lileath estaba hablando con un vampiro moreno y de porte distinguido.

- Mamaje, ¿Sabes si Felicity se ha ido con la mujer de este señor? – Miró al hombre. Y lo reconoció como la pareja de la chica que había salido con Feli.
- Si, la ha llevado a Ibiza. – Bill asintió con el rostro aún tenso.

En ese mismo instante, las aludidas cruzaron la puerta. Felicity miró hacia todos lados, escrutando que todo estuviese en orden. Y aunque aparentemente, lo estaba. No podía quitarse esa sensación de que algo no iba bien. Sookie se dirigió a Bill, que la miraba embelesado por aquel atuendo.

- Estás preciosa – Susurró a través de los labios de su esposa.
- La señorita Cork, Felicity, me ha llevado a una tienda donde hacen estas cosas. – Dijo ella – quería impresionarte.
- Lo has conseguido – más tranquilo, se permitió sonreír. – y por ello me urge tenerte ahora. Arriba – apuntilló arrastrándola hacia el ascensor.

Antes de que su marido la cogiera casi en volandas. Sookie se despidió de Felicity con un “Hasta luego”. La pelirroja le devolvió el gesto y se giró hacia Mamaje.

- ¿Cómo te encuentras? – Preguntó
- Bien – repuso ella, todo lo convincente que pudo. – Wölf me ha tenido que abrir tu despacho para coger una factura. – repuso.
- De acuerdo – Felicity no le dio apenas importancia – voy allí, tengo que hacer unas cosas. Si necesitáis algo, podéis molestarme.
- De acuerdo.

Felicity se dirigió a su despacho y cerró la puerta. Se dirigió a la enorme Shiva que presidía una de las paredes y le extrajo el ojo. Dentro había una llave. La cogió y se dirigió a la librería. Apartó algunos libros y abrió un compartimiento totalmente camuflado. Allí, aparte de papeles y otras cosas, había una piedra. Aparentemente una simple piedra. Pero estaba extraída del corazón del gran lago de Glendalough; se la había regalado uno de los pocos druidas que quedaban. La tocó y enseguida notó como la energía pasaba a través de ella. Hasta el corazón de su preocupación, y esta desaparecía. Así como el miedo, el estrés y todas las sensaciones negativas.

Más reconfortada. Acarició la piedra unos instantes y retiró la mano. Cerró el compartimiento y colocó los libros. Por último volvió a poner la llave en el ojo de la Shiva y lo selló.

En ese momento, llamaron a la puerta. Y Felicity sintió el poder que había al otro lado.

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