Nos vemos en Ibiza

Nos vemos en Ibiza
todos tenemos un pasado

miércoles, 24 de marzo de 2010

16. Oscuros Presagios

17.


Cala Salada, Ibiza.

Aiden empezó a abrir las cortinas al anochecer. Pero se dejó puestas las gafas de sol. Ash había tomado posesión de una habitación que daba a la zona de bosque. Y apareció recién duchado, con unos pantalones de color crema y una camisa caqui.

- Tío, aquí el agua sale salada. – dijo
- ¿Cuánto hace que no bajas de Katoteros? – Rió el Irlandés
- Mmm. Me paso media vida en Grecia, y la otra media viajando y luchando contra Daimons.
- Ya… por cierto ¿Cuándo vendrá tu Dark Hunter? – Asher hizo una mueca
- Los míos no son Dark Hunters. Son ScumWash. Los Dark eran de Artemisa, ya sabes que sienten mis padres por ella… así que los antiguos Dark Hunters que ahora se han pasado al “bando” de mi padre se llaman Scum Wash.. Artemisa los “despidió” si se puede llamar así. Y mis padres los “adoptaron”
- Interesante… Los Limpia escoria… - rió Aiden.
- Si, porque no sólo nos dedicamos a Daimons, sino a todo tipo de escoria que pulula por la tierra…¡Ah! Y, respecto a tu pregunta. Alexis llegará mañana.
- Bien…

En ese momento llamaron al teléfono. Aiden lo cogió
- ¿Si? – asintió – de acuerdo, Gracias. No, me encargaré personalmente. – Colgó y miró a Ash. – Tenemos que ir al Sunshine.
- ¿Y eso?
- Han rechazado mi oferta… tendré que persuadir a la dueña con otras artes… - Y dicho eso sonrió y cogió las llaves del coche.


Carretera de Ibiza a Sant Antoni.

Sookie Compton estaba emocionada con su vestido semi-transparente.

- Es precioso, parece confeccionado por un ángel – Felicity miró el pronunciado escote hecho de encaje blanco y la falda corta y vaporosa.
- Espero que a tu marido le guste. – Aunque estaba atenta a la carretera y a Sookie. No podía dejar de pensar en lo que le había dicho Oscar, su vidente y primo. Cuando había subido a su casa: “Peligro en todos los frentes: Físico, Mental y Emocional.”
- ¡Oh! Seguro que le gusta. Aunque él es tan… tradicional. Nació en el siglo XIX. – Felicity rió nerviosa por la naturalidad con la que la chica había dicho, que su marido tenía casi 200 años.

Llegaron al desvío del hotel y algo golpeó a Felicity. Era una sensación extraña, como de que algo fuera mal. Aferró las manos al volante y apretó el acelerador.

- ¿Te encuentras mal? – Dijo Sookie, preocupada.
- No, sólo que a veces tengo sensaciones extrañas – Ella le palmeó la rodilla y sonrió
- Sé como te sientes. – Dicho eso cerró los ojos y se dispuso a “escuchar”. A ver si averiguaba algo…

Hotel Sunshine. Ibiza.

Mamaje salió del baño todavía temblorosa por lo que había pasado. Miró a ambos lados del pasillo y suspiró de alivio cuando vio que estaba iluminado y lleno de gente. Se cruzó con Mapycall y esta se le quedó mirando.

- Vaya… parece que has visto a un fantasma – Mamaje sonrió nerviosa.
- No estoy acostumbrada a ver tantos vampiros juntos.
- Aquí son inofensivos – rió Mapycall intentando tranquilizarla. Pero Mamaje pensó que no tenían nada de inofensivos.

Llegó a la recepción: Lileath estaba hablando con un vampiro moreno y de porte distinguido.

- Mamaje, ¿Sabes si Felicity se ha ido con la mujer de este señor? – Miró al hombre. Y lo reconoció como la pareja de la chica que había salido con Feli.
- Si, la ha llevado a Ibiza. – Bill asintió con el rostro aún tenso.

En ese mismo instante, las aludidas cruzaron la puerta. Felicity miró hacia todos lados, escrutando que todo estuviese en orden. Y aunque aparentemente, lo estaba. No podía quitarse esa sensación de que algo no iba bien. Sookie se dirigió a Bill, que la miraba embelesado por aquel atuendo.

- Estás preciosa – Susurró a través de los labios de su esposa.
- La señorita Cork, Felicity, me ha llevado a una tienda donde hacen estas cosas. – Dijo ella – quería impresionarte.
- Lo has conseguido – más tranquilo, se permitió sonreír. – y por ello me urge tenerte ahora. Arriba – apuntilló arrastrándola hacia el ascensor.

Antes de que su marido la cogiera casi en volandas. Sookie se despidió de Felicity con un “Hasta luego”. La pelirroja le devolvió el gesto y se giró hacia Mamaje.

- ¿Cómo te encuentras? – Preguntó
- Bien – repuso ella, todo lo convincente que pudo. – Wölf me ha tenido que abrir tu despacho para coger una factura. – repuso.
- De acuerdo – Felicity no le dio apenas importancia – voy allí, tengo que hacer unas cosas. Si necesitáis algo, podéis molestarme.
- De acuerdo.

Felicity se dirigió a su despacho y cerró la puerta. Se dirigió a la enorme Shiva que presidía una de las paredes y le extrajo el ojo. Dentro había una llave. La cogió y se dirigió a la librería. Apartó algunos libros y abrió un compartimiento totalmente camuflado. Allí, aparte de papeles y otras cosas, había una piedra. Aparentemente una simple piedra. Pero estaba extraída del corazón del gran lago de Glendalough; se la había regalado uno de los pocos druidas que quedaban. La tocó y enseguida notó como la energía pasaba a través de ella. Hasta el corazón de su preocupación, y esta desaparecía. Así como el miedo, el estrés y todas las sensaciones negativas.

Más reconfortada. Acarició la piedra unos instantes y retiró la mano. Cerró el compartimiento y colocó los libros. Por último volvió a poner la llave en el ojo de la Shiva y lo selló.

En ese momento, llamaron a la puerta. Y Felicity sintió el poder que había al otro lado.

15. La caída de Vadertini

16.


Se estaba haciendo de noche, e Ibiza despertaba de nuevo. Con ellos, los vampiros del hotel Sunshine. Y todos los demás.

Vadertini llevaba una hora haciendo pruebas con el termostato del Jacuzzi. Necesitaba una pieza que no sabía dónde estaba.

Entró en la recepción y le guiñó un ojo a Mamaje.

- Oye, preciosa, ¿Sabes si ha vuelto Felicity?
- No, todavía.
- Bien. ¿Podrías decirme dónde guardáis las cosas del Jacuzzi? ¿Las piezas de recambio?
- En la habitación de debajo de la piscina.
- Muchas gracias. Cuando acabes tu turno te invitaré a una copa. – y dicho eso se volvió a marchar.
Mamaje sonrió y volvió al ordenador. ¿Cuánto tardaría Lileath en aparecer? Tenía que ir al despacho de Felicity y buscar algo sobre su vida. Alguna foto, algún documento que poder darle a Dorian para que la dejara en paz.

Fuera, Vadertini se dirigió por el jardín hasta la zona de las piscinas. Aún no se habían encendido las luces pero apenas se veía ya nada. dedujo que serían cerca de las 6 y media de la tarde. Entró en la habitación, en la cual pese al clima de fuera, hacía bastante calor. Se remangó la camisa y miró a su alrededor.

Empezó a mirar en cajas de embalaje. Y encontró la que ponía “Jacuzzi”. La bajó al suelo y empezó a buscar dentro. De pronto, un aire frío le rozó la cara. Se levantó y miró a todos lados. Con la linterna apuntando a todos los rincones de la pequeña habitación.

“Una corriente” – se dijo y siguió buscando.

De pronto, por el rabillo del ojo vio una figura. Ya estaba empezando a mosquearse.

- ¿Hay alguien ahí? – cogió la llave inglesa que tenía en el cinturón de trabajo y la blandió amenazadoramente – no soy amigo de las bromas – gritó.

Pero nada se movió. Estaba sólo. Con las manos aún temblorosas volvió a rebuscar en la caja, pero sin perder de vista lo que lo rodeaba. Encontró la pieza. Y se apresuró a salir del recinto. Cerró la puerta y suspiró.

Acto seguido sonrió nerviosamente por sus “paranoias”. Pero la sonrisa se le congeló en el rostro. Cuando notó como alguien le daba un fuerte golpe en el cuello y empezaba a notar el cálido flujo de la sangre, bajándole por el pecho. Quiso gritar, pero sólo un gorgoteo ahogado salió de su boca. Fue resbalando hasta el suelo a medida que iba perdiendo la consciencia. Dejando escapar la vida.

Interior

Lileath apareció con su estilismo de los años 80.

- Buenos días… - Saludó. Mamaje se apartó con temor de ella.
- Hola… Oye… ¿Puedes quedarte aquí un momento tengo que ir a por unos papeles al archivo.
- Si claro

Y sin más demora, Mamaje salió al pasillo y se dirigió al despacho de Felicity. La puerta estaba cerrada.

- Mierda… - Murmuró. Y miro la cerradura evaluándola.
- ¿Necesitas ayuda? – Dio un respingo.
- Tengo que coger unas fichas del archivo. – contestó ella a Wölf. – Y Felicity no está.

El chico la sopesó con la mirada unos instantes. Luego sonrió

- Pues es tu día de suerte. Resulta que tengo una llave del despacho – Dijo y sacó una cosa del bolsillo.

Mamaje no preguntó por qué tenía una llave del despacho de la jefa. Wölf abrió la puerta.

- Cuando termines, cierra y dame la llave. Dile a Felicity que te he abierto yo si te la encuentras.
- Gracias.

Tras una reverencia, El chico desapareció. Mamaje se quedó flipando de lo fácil que había sido todo. Un súbdito escalofrío le recordó que tenía cosas que hacer. Entró y cerró la puerta. El despacho estaba impoluto. Pero con demasiadas estanterías. Muchos cajones con ¿Códigos de seguridad?.

“Que raro” Pensó

Intentó empezar por lo que tenía al alcance. Alguna carta, algún papel que le diera una pista para empezar a buscar.

Facturas, cartas del banco, reservas, “propaganda”… en definitiva NADA.

Se sentó en la silla y miró al vacío. De pronto, en su ángulo de visión apareció una figura que la hizo temblar de los pies a la cabeza.

- Veo que estás haciendo lo correcto. Aunque con un “poquito” de ayuda – Dorian se acercó a ella y le acarició el pelo casi con ternura.
- ¿Lo de Wölf has sido tú? Pues aquí no hay nada – Dijo ella con voz tensa.
- Si… si que hay pero muy escondido. – le acarició la clavícula con un dedo helado.
- ¿Y como me hago con ello? – Él la miró a los ojos.
- Paciencia… - de pronto su mano, que había empezado el descenso por su escote, se detuvo – será mejor que salgas de aquí. Tu jefa, está a punto de llegar…

Y sin saber cómo. Mamaje se vio tele-transportada al baño del bar. Estaba sola. Se apoyó en el mármol y empezó a sollozar.


domingo, 7 de marzo de 2010

14. Un Vestido para Sookie

15


Hotel Sunshine, Ibiza.

Pese a su estado, Mamaje aceptó la infusión de buena gana. Y se la fue tomando a pequeños sorbos. Mientras Felicity la observaba. Neftis había vuelto al bar con Wölf.

Algunos de los “humanos” del hotel, empezaban a bajar en busca de algo que comer. O información sobre qué hacer en la isla hasta que oscureciera.

Con lo cuál el hotel empezó con su actividad de un día normal de temporada alta, pero a las 4 de la tarde.

Vadertini entró en el hotel con unos vaqueros y una camisa Hawaiana. Saludó a Mamaje con un guiño y a Felicity con dos besos.

- ¿Necesitabas algo?
- Si, por favor. A ver si puedes arreglar lo del Jacuzzi exterior. Hace frío pero si mantenemos la temperatura caliente. Los clientes estarán encantados.
- Voy a ello, pues. – Dicho eso se dirigió al pasillo de servicio.
- ¡Gracias!

En ese momento bajó la rubia de la habitación nupcial con un vestido de manga francesa de color coral.
- Buenas tardes – Dijo y se dirigió a Felicity - ¿Podría hablar un momento con usted?
- Por supuesto señora Compton ¿La habitación está a su gusto?
- Si, Gracias - Sonrió Sookie – Mire, me gustaría hacerle un “regalo” especial a mi marido… ya me entiende. Y me preguntaba si podría decirme dónde comprar algo… Sexy.

Felicity sonrió.

- Conozco a la persona idónea. Es una de las mejores “modistas” de la isla. Puedo acompañarla si quiere.
- ¡Eso sería estupendo! Pero no quiero interferir en sus quehaceres. – La dueña negó sonriente.
- Que los clientes especiales estén a gusto es uno de mis quehaceres. Además me vendrá bien salir de aquí; ¡ah! Y puedes llamarme Felicity – Le tendió la mano y Sookie la tomó. Se la quedó mirando un momento y tras unos instantes dijo con sorpresa
- ¡Es genial! No te oigo…
- ¿Perdón?
- N… nada, puedes llamarme Sookie.
- Bien, dame un momento que coja las llaves del coche.

Y se dirigió al despacho.

Poco después, regresó la pelirroja y señaló un coche aparcado en la un reservado, que le iluminó con un “clic”.

- ¿La primera vez en España? – Preguntó Felicity mientras abría la puerta y entraba.
- Si, en realidad la primera vez fuera de Estados Unidos – Contestó
- Yo sólo he estado en Las Vegas, Los Ángeles y Nueva York. Vamos, típico de turistas.

Salieron del aparcamiento y Feli saludó a Vadertini que salía de la caseta de herramientas.

El hotel estaba ubicado entre la población de Sant Josep de Sa Talaia y Sant Antoni de Portmany. En la zona Noroeste de la isla. Y tuvieron que coger la “autovía” que las llevaría a la otra punta. A Eivissa (Ibiza) capital en apenas un cuarto de hora.

Durante el trayecto Sookie le contó parte de su historia de “amor” con el vampiro. Felicity no podía entender como aquella chica tan maja podía estar con un No muerto. Pero prefirió asentir. Exclamar algunos ¡Oh! ¡Que bonito! Y sonreír. Hasta que llegaron a la tienda de M. Isabel.

En aquella época era más fácil aparcar que en pleno verano. Aún así era un lugar muy concurrido.

La tienda estaba muy cerca de la llamada “Calle de la virgen”.

Felicity le abrió la puerta a rubia menuda. Era muy bajita comparada con la española. Sookie se lo agradeció y ambas entraron en un lugar dónde maniquíes vestían vestidos de tela blanca y negra. Típicos de la isla.

- ¡Qué bonitos! – Exclamó la americana.
- Son todos hechos a mano – Exclamó una voz que salió de detrás de una puerta.

Poco después apareció la “dueña”. Vestía un vestido gris de la misma tela que los expuestos. Vaporoso y de tirantes. Saludó con un par de besos a Felicity.

- ¡Cuánto tiempo!
- Pues sí, ambas hemos estado liadas. Veo que te resistes a dejar el verano. Te presento a Sookie Compton. Clienta del hotel.
- Encantada Sookie – Dijo M.Isabel regalándole también dos besos
- Igualmente – Contesto – Tienes unos diseños preciosos.
- Gracias. Espero que vengáis las dos para la presentación de la colección. ¿Hasta cuando te quedas Sookie?
- Creo que un par de semanas.
- ¡Perfecto! Y… ¿Qué os trae por aquí?
- Quería algo especial… Para esta noche… - M.Isabel le guiñó un ojo.
- Ah… ¿Para impresionar a un chico? – Sookie se ruborizó
- Si… A mi marido.
- Uhhh… genial. Pasa a la trastienda…

Felicity miró como el sol empezaba a ocultarse tras la fortaleza.

- Voy a hacer una cosa mientras estáis ahí – dijo.
- ¡Muy bien!
- No tardaré… - Y dicho eso, salió de la tienda y tomó la calle que subía al casco viejo.


13. El Sheriff y Wölf

14.

Hotel Sunshine, Ibiza.


- ¿Qué te ha pasado? – le preguntó Felicity a Mamaje.
- Nada, una mala noche – dijo ella evasiva
- Tal vez deberías de tomarte el día libre… - sugirió la pelirroja con gesto preocupado.
- No, a mí el trabajo me activa – Contestó la otra con una sonrisa. No quería volver a quedarse sola. Y sabía que en el hotel estaba a salvo, aunque no sabía si podría “cumplir” con lo que le habían mandado.


Felicity la miró. Era intuitiva y perceptiva. A veces, sin quererlo, escuchaba cosas que ella no estaba pensando. Pero era imposible que las estuvieran pensando los demás. Es imposible leer las mentes; a menos que fueras un vampiro. Hasta hacía unos años, también era inconcebible que los vampiros existieran. Y ahora ¡Estaban por todas partes!.

Dejó que Mamaje se pusiera a sus funciones, ya que percibía un rechazo a cualquier sugerencia sobre lo que tenía que hacer.

Se dirigió al bar y se acercó a la barra. Donde Wölf estaba limpiando vasos.

- Wölf, ¿Puedes prepararme un poleo-menta para Mamaje?

Cuando Wolf había aparecido en el hotel, un par de años antes, con esos imponentes ojos de color miel y ese cuerpo de jugador de Rugby pidiendo trabajo, Felicity se preguntó cómo podía existir un hombre así. Por desgracia, en aquellos momentos estaba saliendo con el gilipollas de Johan. Un alemán dueño de una inmobiliaria que lo que quería era “echarle mano” al hotel. Y, por desgracia, ella era muy fiel. Así que se quedó sin revolcón con Wolf. Pero ganó un gran amigo y un fiel empleado.

- ¿Qué le pasa? – preguntó él calentando agua.
- Mala noche.
- Ajá…
- Hablando de noches… ¿Qué pasó ayer? – aunque estaba de espaldas a ella, pudo “ver” la enorme sonrisa en su rostro.
- Ayer… ligué con una Pelirroja, ya sabes como me gustan… - Felicity arqueó una ceja.
- ¿Y?
- Me mordió
- ¡Por dios! Wolf ¿Dejaste que una vampira te mordiera?
- Me gustó… - dijo con una ligera sonrisa – y me dejo que le mordiera “otra cosa”

Puso la tisana delante de ella. Y le dedicó una sonrisa a su jefa.

- Ya sabes lo que me gustan las pelirrojas y morderlas – a Felicity le subió un escalofrío por la columna. Si no fuera su amigo ya le hubiera encerrado en el despacho y dejado que la mordiese todo lo que quisiera. Sacudió la cabeza.
- Será mejor que vaya a dejar esto en recepción.

Felicity salió con la taza caliente y Wölf volvió a limpiar la barra con una sonrisa de triunfo en su voz. Le encantaba sacarle los colores.

SPA PANDORA PANT, Sta Eularia.

Amanis se observaba las uñas. Estaba en el selecto SPA de Pandora Pant. Y después de aquella fiesta necesitaba mimarse. Todo había salido a la perfección. Sin embargo el “incidente” con el vampiro mafioso la había robado un poco de esa alegría. Suerte del moreno con aquellos ojazos y aquel porte aristocrático. Tenía que volver a verlo…

Mina Harker entró en la sala común de uva y se quitó el albornoz quedándose en tanga.

- Hola – Saludó a su amiga, y se estiró en la hamaca de su lado.
- Hola Mina ¿Cómo estás?
- Muy bien. He oído que la fiesta de ayer fue todo un éxito
- Sí, lo fue.
- Me alegro mucho.
- ¿Y tu negocio con las casas y los coches de alquiler qué?
- Muy bien. Al principio no quería vampiros ni en pintura. Pero ahora no discuten, pagan el precio. Y no escatiman en gastos para que la casa esté adaptada a sus gustos. – Sonrió
- Eso está bien – Amanis cogió la bebida que tenía al lado y echó un trago. – Por cierto, conocerás a todos los nuevos “inquilinos” de la isla ¿Verdad?
- Cierto – no era por nada pero el negocio de Mina era de los más prestigiosos de la isla. Y aparte conocía todo lo que se cocía.
- Bien. Quiero preguntarte por el “Sherif” – Mina bajó sus gafas de sol y la miró
- ¿Lo conoces? – sonrió burlonamente
- Ayer, en la fiesta – se olvidó de mencionar que salvó la vida de su primo Vadertini y la suya propia.
- Es guapo… no sé mucho de él. Tiene alquilada la casa de cala Salada. Es increíblemente caballeroso. Pero muy reservado.
- ¿Y tiene pareja? – Mina sonrió
- No, pero yo intenté “ligar” con él y no lo conseguí.
- A lo mejor es gay… - Dijo desilusionada Amanis.
- No lo creo, pero es de esos que le gustan “hacerse los duros”
- Como a nosotras nos gustan – Amanis sonrió y volvió a reposar su espalda en la hamaca pensando en el Sheriff.

miércoles, 3 de marzo de 2010

12. La desaparición de Mamaje

13.


Hotel Sunshine, Ibiza.


Arwen llegó y aparcó el coche en un hueco libre. Se había retrasado porque tenía que ir al bufete a recoger unos papeles que le hacían falta a Feli.

Entró en la recepción y vio a Neftis atendiendo una llamada

- ¿Reserva? ¿Días? ¿Habitación de “día” o de “noche”? - Neftis alzó la mirada y le señaló el bar. Arwen_77 le dio las gracias en silencio y se dirigió hacia allí.

Felicity estaba hablando con Mapycall. Entre ellas, los restos de un delicioso desayuno.

- Vaya… veo que no hemos perdido las buenas costumbres. – Dijo Arwen en forma de saludo. Las 12 del mediodía y aún desayunando.
- Me he levantado hace poco, ayer fue una noche movidita – se excusó la pelirroja.
- Y llevamos un buen rato charlando – corroboró Mapycall.
- ¿Qué tal la primera noche con huéspedes vampiros?
- Muy bien – dijo Mapycall - Se quejan menos de las habitaciones.
- Eso lo dirás por los que tú viste, que yo ayer tuve que cuadrar a uno en su sitio. ¡Venía de arrogante! – contestó Felicity recordando al rubio de dos metros que la había plantado cara.
- Uy, con lo tremenda que eres se habrá ido acongojado.

La dueña del hotel se levantó.

- Bueno, deberíamos de ir pasando al despacho. A tratar temas menos divertidos.


Cala Salada. Ibiza

Ash entró en el enorme salón, en el que las pesadas cortinas apenas dejaban entrar la luz del sol. Dejó la mochila y buscó a Aiden con la mirada.

- Estoy aquí – Dijo una voz suave pero firme. El dueño de la voz se levantó de una otomana y se dirigió al visitante.


Contra todo pronóstico, ambos se fundieron en un abrazo cómplice en el que hubo palmeos en la espalda.

- Me alegro de verte, amigo. – Dijo el rubio.
- Y yo también, ha pasado tiempo… ¿Cómo está tu padre?
- Jubilado en Katoteros. A veces pulula por Nueva Orleans pero poco.
- Viejo zorro – rió el moreno – Tu madre supo como “atrapar” a un “Dios”.
- Ya, y a mí me ha tocado comerme “ El marrón” de los Dark Hunters. Pero bueno… ¿Por cierto que sabemos del sujeto?
- Que está en la isla. Pero tenemos que actuar con calma. Es muy listo.
- Lo sé. Y todo apunta a que su compinche aterrizará de un momento a otro.
- Lo primordial ahora es proteger a la gente de aquí. Y meternos en los “negocios” frecuentados por vampiros. – Aiden sirvió un líquido ámbar en dos vasos. Y le pasó uno al chico que parecía mucho más joven de lo que de verdad era.
- ¿Qué tienes pensado?
- He lanzado una Opa hostil al hotel Sunshine. Una oferta que no podrán rechazar.
- ¿Por qué? – Ash bebió de su vaso.

Aiden sonrió enigmáticamente y volvió a sentarse.

Hotel Sunshine, Ibiza.

Felicity revisaba los papeles mientras escuchaba la perorata de Arwen_77. En un momento dado levantó la vista.

- NO – sentenció – No y ¡No! Este hotel, lo he construido con mucho esfuerzo. No permitiré que alguien externo me arrebate parte de él.
- No quiere arrebatártelo, solamente aportar parte de capital y participar un poco en el negocio.
- NO
- Escucha… - Dijo Mapycall – Entiendo que no quieras. Pero sería lo mejor. El hotel necesita dinero. La subvención no nos ha cubierto apenas nada. Y, por otro lado, es una autoridad en el mundo de los vampiros. La seguridad del hotel estará garantizada.
- NO QUIERO – Felicity hizo un mohín de desprecio – Aguanto que mi hotel esté lleno de chupasangres; de tener que haber cambiado un poco el estilo del hotel. De “tragar” con cruzarme con seres “no normales” por los pasillos. Pero de ahí a que uno de ellos entre en el negocio me opongo completamente. – Miró a Mapycall. – No te ofendas.
- No me ofendo – Estaba acostumbrada a esas reacciones en la gente. Y a Felicity le tenía mucho aprecio, sabía que había hecho un gran esfuerzo.
- Además te tengo a ti que eres una eminencia. – Puntualizó la pelirroja como si le hubiese leído la mente.
- Ya, pero soy humana. Y McKenna es de confianza… - Felicity levantó la mano y miró a Arwen_77
- No hay más que hablar, dile al señor McKenna que no hay acuerdo. Y ahora, voy a ver si ha venido Mamaje.

Salió del despacho. Arwen_77 y Mapycall se miraron.

- Bueno, no ha ido tan mal. Parece que eso es todo – La abogada empezó a meter papeles en su maletín.
- No estés tan segura – Canturreó Mapycall – Si Felicity tiene una horma del zapato. Ese es Aiden McKenna.


Fuera, en recepción, Neftis seguía sola. La jefa estaba enfadada y se notaba por el sonido de sus zapatos al caminar. Era ya mediodía.

- ¿No ha venido Mamaje? – Se extrañó – Voy a llamarla a ver si le ha pasado algo…

Pero antes de coger el teléfono. Apareció la chica con grandes ojeras y vestida con demasiada ropa.

- Siento haber llegado tarde – Dijo con un hilillo de voz – No he pasado buena noche.