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martes, 16 de febrero de 2010

7. Primeros sustos

8.

Felicity estaba en la torre oeste del hotel. La que le servía de pequeño apartamento aunque ella tenía una casa en otra parte de la isla. No dormía cuando el teléfono sonó insistentemente. Lo cogió al tercer timbrazo.

- ¿Si? – Escuchó al otro lado de la línea mientras su ceño se iba frunciendo. – Ahora voy. –Suspiró y colgó, ¡Lo que le faltaba! Un vampiro exigente…

Se levantó y su mala leche iba creciendo proporcionalmente al tiempo que dedicó para vestirse.


En un lugar de la isla, cerca del mar.

A Mamaje le castañeaban los dientes. No había visto a su agresor, ya que se había desmayado. Cuando despertó, estaba en una habitación grande y amueblada de manera funcional. Se envolvió en la manta que tenía echada e intentó poner sus pensamientos en orden.

En ese momento se abrió una puerta y entró un hombre alto, rubio, con los ojos azules y un cuerpo de escándalo. Seguro que era su agresor.

Con gesto grave se sentó a distancia prudencial de ella. Y fue Mamaje quién abrió la batalla verbal.

- ¿Quién eres? ¿Y que quieres de mí? – él sonrió. No le habían dicho que “el encargo” iba a ser tan voluptuosa y extremadamente apetecible… pero no era su comida. Su jefe, había sido claro.

- No importa quién soy, sino qué quiero de ti – su mirada recorrió la figura de la chica, lo que hizo que Mamaje se sintiera desnuda debajo de su protección

- ¿Y qué quieres de mí?
- Información… - dijo acercándose a ella. Y haciendo que Mamaje retrocediera quedándose pegada a la pared.
- ¿Qué información?
- Sobre tu jefa…
- ¿Felicity? – Preguntó ella extrañada.
- Ajá…
- ¿Qué quieres saber de ella?
- Todo, Dónde vive, que aficiones tiene, su vida…
- Pues vas listo, porque es bastante celosa de su intimidad. – Dorian se acercó a la cama y se sentó a una distancia prudencial. Mamaje quería fundirse con la pared.
- Por eso te voy a encargar que la vigiles, que busques es su vida y que me pases información.

A Mamaje le subió un escalofrío cuando la mano helada de él se coló por debajo de la manta hasta su pierna. ¿Qué había hecho Felicity para que la estuviera buscando la mafia? Intentó ganar tiempo para hacerse la valiente.

- ¿Y para qué quieres saber esas cosas? – La sonrisa de Dorian era ronca.
- Yo no, mi jefe está muy interesado…
- ¿Y quién es tu jefe? – se envalentonó.
- Eso no te importa, tú sólo limítate a obedecer.
- ¿Y si no quiero? – Esta vez, el rubio se acercó hasta apenas unos centímetros de ella. Y con un ligero movimiento dejó sus colmillos al descubierto.
- Si no quieres… espero que estés tan sabrosa como aparentas.

Mamaje se quedó helada y aterrada tan cerca de aquel asesino. Se tapó la cara con la manta y empezó a sollozar.

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